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Por Trinidad Fernandez, coordinadora de proyectos y colaborador científico del departamento de ecosistemas urbanos, Instituto Fraunhofer de Ingenieria Industrial IAO, Stuttgart, Alemania.

De Smart City a Smart Destinations

Articulo escrito también en colaboración con Constanza Vera, asistente de investigación del instituto Fraunhofer de Ingenieria Industrial IAO, Stuttgart, Alemania.

La urbanización es una tendencia propia de los últimos siglos. Se prevé que en 2050 más de dos tercios de la población mundial vivirá en zonas urbanas (UN, 2018). Bajo esa premisa y con el fin de darle una posible solución a los problemas de sostenibilidad derivados este rápido crecimiento urbano surge el concepto de ciudades inteligentes o “smart cities” (Toli & Murtagh, 2020), que fue ganando popularidad durante los últimos años y es considerada imprescindible para un futuro sostenible. Con este concepto, diversos actores han podido explorar y constatar la importancia que tiene la tecnología y el uso de datos para así impactar y mejorar la calidad de vida de sus residentes, la sostenibilidad y el uso de recursos del ecosistema urbano.

El concepto de “smart destinations” (Coban & Aydin, 2020), derivado del de ciudad inteligente, se refiere al uso de la tecnología en los destinos turísticos para aumentar la calidad del servicio y la satisfacción de los turistas centrándose en sus expectativas. Es decir, ocupa la tecnología y el empleo de datos, pero esta vez enfocándose en el impacto que tendrá en los turistas, sin dejar de lado la sostenibilidad y el uso de recursos.

Sin embargo, aun cuando el público objetivo de estos conceptos es distinto, ambos tienen un impacto en el desarrollo urbano y económico en donde son aplicados. Un lugar catalogado como “smart destination”, va a buscar tecnologías que ayuden a aumentar su valor turístico. Al adoptar tecnologías inteligentes, las ciudades así como los destinos turísticos, ganan más oportunidades de ofrecer una mejor calidad de vida a ambos, residentes y visitantes. Estas inversiones pueden ir desde la creación de aplicaciones para proporcionar orientación a los turistas y ofrecer servicios de manera digital, mejorando su accesibilidad, hasta la mejora de las instalaciones hoteleras, incluyendo medidas de eficiencia energética, reciclaje, entre otros (Jasrotia & Gangotia, 2018).

De la misma forma, una “smart city” puede implementar medidas relacionadas con la mejora de transporte público o aumento de áreas verdes dentro de la ciudad, las cuales tienen impacto en los residentes y al mismo tiempo aumentan el valor de esa ciudad para el turismo. Una ciudad que tiene presenta mejor conectividad a través de transporte público, tiene un mayor atractivo turístico si se tiene en cuenta que gran parte de los turistas suelen movilizarse a través de ese medio de transporte.

Si queremos ver ejemplos internacionales sobre cómo se ha aplicado este concepto de “smart destinations”, podemos revisar casos como los de Málaga en España (Comisión Europea, 2021), en donde se ha mejorado la infraestructura relacionada con ciclovías, también se han mejorado los sistemas de riego de jardines y parques para optimizar el consumo de agua y se ha trabajado en la mejora de separación y recolección de basura.

En Chile, las iniciativas inteligentes han adquirido más fuerza, enfocándose en “Smart Cities”, ya sea con la mejora de seguridad a través de cámaras de vigilancia, información sobre tránsito vehicular, o como por ejemplo la futura inauguración del centro de monitoreo urbano de la comuna de Las Condes en Santiago de Chile (Diario Financiero, 2022), el cual recopilará los datos de las distintas cámaras y sensores de la comuna.

Si tenemos en cuenta que el sector turístico aportó casi US$7.800 millones de dólares y más de dos millones de personas han visitado Chile durante el año 2022 (Subsecretaría de Turismo de Chile, 2023), el concepto de “smart destinations” y explorar su potencial se torna aún más relevante. 

Al contar con una diversidad de paisajes y con una enorme riqueza cultural, la adopción de este concepto de destinos turísticos inteligentes puede significar un impacto relevante no solo por el lado económico, sino también por las mejoras en la calidad de vida que esto representará para los chilenos, promoviendo el cuidado del medioambiente favoreciendo la sostenibilidad.